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Por Miquel Bonet, profesor, abogado y autor de “Búscate la vida”

Para Viktor Frankl, autor de una de las obras más imprescindibles, parece imposible vivir la vida sin un sentido, para llenar este vacío existencial, con ésta pasión real o imaginaria, que nos levanta de la cama  con cierta ilusión, la historia de la evolución está llena de capítulos protagonizados por personas, que se asomaban al horizonte de la vida, a veces sin contenido pero con algún sueño perseguible y lo intentaron y muchos hasta lo consiguieron.

Lo más paradójico es que hoy, en el siglo digital, somos tan vulnerables que tememos que los robots nos quiten nuestro trabajo, muchas personas, esperan encontrar empleo, pero a menudo, ni siquiera lo buscan, ofrecen como único bagaje cierta formación teórica, posiblemente universitaria  pero no tienen la esperanza de su empleabilidad. De nada han servido los precedentes de más de 30 años transcurridos, desde que formamos parte de la UE, porque siempre acabamos superando en 10 hasta 15 puntos  la media europea del paro, es como intentar llenar un botijo de medio litro de capacidad, con un litro de agua, sin que se derrame.

La cuestión es que no aprendemos ni siquiera de los errores, nadie parece haberse dado cuenta que hay que hacer una reforma integral del sistema educativo, o sea desde las guarderías hasta el doctorado o la investigación, los profesores deben ser tutores, el teletrabajo y la formación dual, deben priorizarse sobre la escuela, que debe ser un espacio para compartir, debatir, hacer deberes y comunicarse, nadie ha querido reconocer, porque no es presentable políticamente, que en el mundo de la empresa y en la escuela, hay que priorizar la meritocracia, mejor un buen profesional de oficio, feliz y  con autoestima, que un  universitario mediocre, frustrado, infeliz e incapaz de aportar valor añadido a su trabajo.

Lo malo de todo esto, es que además este país , está viejo, no sólo de ideas, sino de habitantes, pues por una parte, trabajan menos de 3 personas por cada jubilado y además las “pobres” aportaciones de cuotas a la SS, de jóvenes con menos de mil euros de salario, romperán la hucha  de los fondos y lo peor es que está desarrollándose una mentalidad de inserso también en esta juventud recién iniciada laboralmente, puesto que están sobreprotegidos, piensan demasiado en los subsidios, en prolongar la dependencia familiar y en trabajar las menos horas posibles, si a todo ello, sumamos las escasas vocaciones emprendedoras, el panorama se ensombrece notablemente.

Antes decíamos a los jóvenes con optimismo y también con nostalgia que“ el futuro es vuestro”, ahora nos preguntamos, en qué consistirá este futuro si las nuevas tecnologías viajan tan rápido  sin tiempo a ser digeridas; sabemos que muchos empleos desaparecerán y saldrán otros sin duda, pero algo debería cambiar en las próximas generaciones, para que puedan disfrutar con dignidad  de los más de 100 años que vivirán los que sobrevivan a este siglo; puesto que el mundo, desde la globalización se ha quedado pequeño, yo les aconsejaría que se atrevan a viajar por el interior de su conciencia y que razonen sobre otras ideas mejores que las nuestras, porqué obviamente y a la vista está el resultado de las generaciones que arrancamos a mediados del siglo pasado, les estamos dejando un mundo muy mediocre en valores, en solidaridad y sobretodo en ecología, consumiendo mucho más de lo que necesitamos a base de cargarnos el planeta , evidenciando que tanta tecnología no nos ha hecho mejores, ni más felices, quizás podamos ir más lejos, pero sin la certeza de que vayamos a alguna parte.

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