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Por Miquel Bonet, profesor, abogado, autor de “Búscate la vida”

Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros”  genial frase de Groucho Marx, nunca pierde actualidad y menos, en estos momentos en que vivimos. No sé si la vida empresarial, tiene alguna relación con el momento político, me temo que sí, que tiene relación con las formas y los comportamientos de la sociedad actuales, en la historia de la humanidad, nunca hemos vivido un momento tan especial, desde el punto de vista ético, ni tampoco se ha subliminado tanto el cinismo, en todos los ámbitos de la convivencia.

Posiblemente el gran fracaso de esta fase final de nuestra era, como dicen  algunos paleontólogos, como Eudald Carbonell (la evolución sin sentido) sea, haber cambiado lo que entendemos por comunicación, o sea empatía, feedback, escucha y repercusión emocional, en diálogos jerárquicos, sobre-información(no comunicación), manipulación, egocentrismo y vulgarización  del ser humano, siendo cada vez más territoriales.

Nos preocupa la inseguridad que vivimos en Europa, por la radicalización de un pequeño colectivo, que no representa a  millones de confesión musulmana y que nadie, sabe cómo combatirlo, pues la alternativa, diríamos occidental, se basa en principios, frágiles y mucha demagogia contradictoria, que habla de la  cultura de calidad de vida,  dirigida a satisfacer y generar  mayor consumo de bienes, o sea disfrute limitado para unos pocos y nada que mejore la sociedad en su conjunto, obviando que si la tecnología o los avances evolutivos fueran de la sociedad, todos los defenderían y compartirían, como hacían nuestros ancestros.

Baste analizar ¿qué parte de los miles de millones de euros, se destinan, a combatir realmente el hambre infantil?, o ¿a generar recursos para colectivos desfavorecidos? o simplemente, ¿a compartir el poder con el colectivo femenino?, mientras se siguen esquilmando recursos naturales, armando guerrillas o negando un sistema racional de acogida de emigrantes.

No sirven los principios e igualdad, libertad y fraternidad, porque simplemente no se aplican, no se trata por igual a la gente de distintas razas, religiones ni siquiera sexos, el 80 % de las mujeres del mundo no tienen libertad  y a nadie le gusta confraternizar con quien no conoce, a menos que obtenga algún beneficio, estos sí, a corto plazo.

Y lo peor de todo,  tampoco hablamos de ello, ni mucho menos en el mundo empresarial, en la mayoría de las empresas la gestión del conocimiento se ha quedado en una frase bonita, pero el que tiene cierto talento, difícilmente se dedica a compartirlo y enseñarlo a los demás, lo que hace es  tratar de obtener lo mejor para sí mismo, baste ver la enorme especulación en el mercado ante cualquier iniciativa o nuevo producto de éxito, todo se vende incluso las “estupideces” de algunos “youtubers” que viven de eso.

La comunicación también  ha fracasado en la política, a la vista está, a ningún líder- al menos aquí- le preocupa lo que supone la ingobernabilidad para la gente, ni siquiera se juega a la “abstención” que no equivale a ayudar, sino a dejar hacer; pero puede más la ambición que la generosidad, las prebendas del cargo y se atreven a llamarnos demócratas, ignorando que esta condición supone que tu libertad acaba donde empieza la el “otro”, aquí un pacto significa sumisión, tenemos más de 60.000 leyes simplemente para vigilarnos uno a otros, ya que como nunca tuvimos una revolución liberal, no existe la confianza y la verdad es que, no saben negociar, aunque podrían aprender, claro que sí, yo llevo 30 años ayudando a “negociadores”, a ver si se deciden.

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