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Javier Fernández Aguado, conocido como el Peter Drucker español y comparado con frecuencia con Julián Marías, es el referente contemporáneo del management (gobierno de personas y organizaciones) en lengua española. Tras años de trabajo como alto directivo y empresario es, desde hace treinta, asesor de referencia para Comités de Dirección en muchas empresas del mundo. Sus conferencias y seminarios han sido solicitados por más de quinientas organizaciones en medio centenar de países de cuatro Continentes. Es Socio director de MindValue (www.mindvalue.com), firma de servicios profesionales para Alta Dirección y director de investigación de EUCIM.

Su trabajo como conferenciante e investigador ha sido reconocido con galardones en Estados Unidos, Gran Bretaña, México, Perú, Chile… y por supuesto España.

Ha escrito obras tan conocidas como La soledad del directivo, El idioma del liderazgo, Patologías en las organizaciones, ¡Camaradas! De Lenin a hoy, El management del III Reich o 2000 años liderando equipos.

Acaba de presentar El encuentro de cuatro imperios. El management de españoles, aztecas, incas y mayas.

¿Por qué emplea el filón de la historia para algunas de sus obras sobre management? ¿Es posible aprender del pasado para evitar los errores actuales?

El principal objetivo de mi labor investigadora es aportar soluciones prácticas para la mejora en la gestión de personas y organizaciones. Todo lo que afrontamos, por sorprendente que parezca, ha sido experimentado. Conocer con detalle cómo vivieron nuestros ancestros, cómo se enfrentaron a los agudos problemas que el entorno les provocaba es un hontanar inagotable para no repetir yerros.

¿Ha querido usted con su libro desmontar la llamada leyenda negra de España en América? ¿Cree que la aportación española es superior a la de otros países que también conquistaron y todavía conservan territorios en ultramar?

La leyenda negra es el conjunto de mentiras elaboradas desde el siglo XVI por ingleses, belgas, alemanes, etc. que se apalancaron sobre textos de españoles que habían traicionado sus obligaciones, como es el caso de Antonio Pérez secretario de Felipe II, o de personas que padecían graves psicopatías como Bartolomé de las Casas.

La meta de quienes vejaban a los españoles no era solo desacreditar a nuestra patria y a la religión católica, sino emplear sus falacias para esconder conductas criminales. En ocasiones, avalados por las máximas autoridades de sus países. Resulta irritante que sucesivos monarcas ingleses concediesen títulos nobiliarios a quienes eran filibusteros y homicidas. El escrutinio moral al que las autoridades españolas sometían su obrar no hubiera consentido a nuestros reyes -Carlos V o Felipe II- actuar de manera tan torticera y espuria.

Errores se cometieron, pero fueron perseguidos por las autoridades, nunca alentados como, durante largos periodos, en el caso de británicos, galos o belgas.

De las civilizaciones que analiza en su libro: aztecas, mayas e incas, ¿con cuál se quedaría? ¿qué es lo que podemos valorar en cada una de ellas?

Esta pregunta reclama la lectura en profundidad de El encuentro de cuatro imperios. Puedo adelantar que muchas exigencias éticas de aztecas e incas responden a una profunda reflexión sobre la criatura humana. Entre los procederes abyectos, los incas y los aztecas detallaban la holganza, el robo o el aborto. Asesinar al débil e indefenso no nacido se castigaba en ocasiones con la muerte.

Contrasta esa fina sensibilidad moral en aspectos esenciales con los incontables sacrificios humanos y el canibalismo.

Al final de cada capítulo presento un elenco de aprendizajes de aztecas, incas y mayas, soslayando usanzas deleznables como las mencionadas.

¿Debería España aumentar las relaciones con los países de hispanoamérica? ¿Se imagina usted un mercado común iberoamericano? 

Españoles e hispanoamericanos somos en múltiples aspectos un mismo pueblo asentado a las orillas del océano Atlántico. Nos une el idioma, la fe y, en numerosos aspectos, una semejante aproximación a la realidad. Los gobernantes españoles más perspicaces han procurado fortalecer la unión de España con esos países que, en sentido estricto, no fueron colonias, sino territorios españoles como cualquiera de las comunidades autónomas contemporáneas. ¡Qué gran arranque tuvo sin ir más lejos la Fundación Carolina hace unos veinte años! ¡Qué gratísimos recuerdos del trienio en el que piloté un MBA de formación de directivos hispanoamericanos! Conservo de entonces docenas de grandes amigos en aquellos lares.

Vuelvo atrás. Gran parte del deterioro económico y social fue fruto de políticos independentistas a comienzos del siglo XIX, en casi todos los casos españoles nacidos en España o de primera generación en los virreinatos americanos. La decadencia la provocaron ellos en buena medida, tal como detallo en la investigación.

Tendría todo el sentido del mundo, como usted señala, fortalecer esa unión entre nuestros países.

¿Por qué hay políticos actuales, como el presidente de México, que exigen al Rey de España que pida perdón por el descubrimiento? Usted que ha viajado mucho por todos los países de América ¿nota una animadversión hacia lo español? ¿Cree que su libro puede contribuir al entendimiento entre los pueblos y a saber la verdad de lo que ocurrió? 

Cuando alguien no realiza bien su trabajo, es frecuente recurrir al insulto a terceros para ocultar las propias carencias. El caso que usted menciona es paradigmático de una ignorancia enciclopédica. En el país cuyos orígenes recalan en el imperio azteca, las promesas realizadas por su máximo mandatario son tan utópicas como incumplidas. Se trata de un paradigma obvio de incapacidad.

En los numerosos viajes que he realizado por motivos profesionales a lo largo y ancho de América, he experimentado cariño y aprecio mutuos. Puntualmente he escuchado comentarios de personas que anidan animadversión. Cuando ha surgido la ocasion de charlar con ellos, he descubierto que la causa última era el desconocimiento. Mucha literatura local y anglosajona ha hecho su agosto ultrajando a España. Quien carece de fuentes de información solventes es lógico que se regodee en errores rampantes. Se entiende bien al observar lo que sucede hoy cuando un dictador de ideología nacional-comunista como Putin controla los medios de comunicación. Bajo sus órdenes tergiversan la cruel invasión de Ucrania que arrancó hace pocos meses.

Mi investigación procura poner negro sobre blanco verdades, no interpretaciones ni opiniones gratuitas, como hacen con frecuencia determinados auto calificados como hispanistas. Me ilusiona que contribuya a la comprensión recíproca.

Enrique Sueiro, por cierto, es autor de un espléndido libro que lleva por título Mentiras creíbles, verdades exageradas, que analiza con detalle diversos aspectos de la leyenda negra antes mencionada.

¿Cómo ve el estado actual del management en España? ¿Qué opina de las Escuelas de Negocios de nuestro país?

Resulta altamente satisfactorio el estado del arte del Management español. Desde hace dos décadas y media han ido surgiendo profesionales y pensadores que están generando un conocimiento profundo y aplicable. Destacan José Aguilar, Enrique Sueiro, Josep Capell, Juan Ferrer, Marta Prieto, María Victoria de Rojas, Lourdes Cascón, Mariano Vilallonga, Ofelia de Santiago, Ricardo Hernández García, Salvador Molina, Igor González-Galdeano, Francisco Alcaide, Antonio Peñalver… En América, el chileno Rodrigo Jordán, el colombiano Víctor Hugo Malagón, la ecuatoriana Laura Elena Calvache, la guatemalteca Erika Bauer o el mexicano Miguel Ángel Laporta.

Todos los mencionados vienen desarrollando su esfuerzo intelectual y práctico al margen de las escuelas de negocios, aunque puntualmente colaboren con alguna. Yo mismo he dirigido durante un sexenio la cátedra de Fundación la Caixa en el IE, la más prestigiosa escuela de negocios española. Guardo gratos recuerdos de esa experiencia y no excluyo nuevas colaboraciones con esa u otra escuela, pero integrarse plenamente dificultad hallar el tiempo preciso para investigar de manera independiente.

Se han realizado dos Symposiums (2010 y 2019) sobre su pensamiento, organizados por AEFOL en Ifema. Asistieron cientos de profesionales y autores de más de quince países. Es obligado afirmar que usted ha creado Escuela y que sus enseñanzas están presentes en muchas universidades, escuelas de negocio y empresas de todo el mundo. Libros como Pensadores españoles universales, de Sergio Casquet, le han incluido en la lista de los diez más importantes ¿Cómo cree que aparecerá en el futuro en los libros de historia del pensamiento español?

Estoy profundamente agradecido a AEFOL. Muchos directivos y estudiosos siguen pendientes de mí trabajo. Cada día me esfuerzo por dar lo mejor de mí mismo. Mi gran ilusión es procurar que algún rinconcito del mundo sea un poco mejor cuando yo fallezca gracias al esfuerzo invertido en tratar de humanizar las organizaciones que acuden a mi labor de asesoramiento y formación. ¡Ojalá lo logre! Figurar o no en los libros de historia en el futuro creo que -de llegar al Cielo- no me importará gran cosa. Considero que esta tierra es un casting para la vida eterna y lucho por no quedar fuera del reparto.

Lo lograré si me comporto como apuntaban con magnanimidad desproporcionada los numerosos coautores, procedentes de 16 países, del libro Liderar el cambio (LID) que pilotó Álvaro Lozano en torno a mi pensamiento con ocasión del segundo simposio.

Es usted uno de los conferenciantes de economía y empresa más solicitado en muchos países. ¿Cómo explica ese fenómeno?

Procuro fundamentar mis propuestas en muchas horas de estudio. Como durante años fui alto directivo en una multinacional y luego empresario, conozco de primera mano las necesidades de quienes acuden a esas conferencias. Se huye, en general, de quien habla de oído o de quien conociendo el mundo práctico no alienta el hábito del estudio y propone soluciones enlatadas, de manual.

La mayoría valora tanto el conocimiento directo de las relaciones mercantiles como los cimientos conceptuales. Mientras a mí me sea posible -con expresión de un profesional que me entrevistó hace años-, seguiré siendo un arqueólogo del management que procura a la vez ser un astronauta que desde la altura procura simplificar el camino a los demás.

Para que mi trabajo sea posible cuento con el insustituible soporte de mi inigualable esposa Marta y de dos hijos maravillosos, repletos de sentido común, Sofía y Enrique. Desde el Cielo cuento con mi progenitor, Enrique Fernández Peña, prematuramente fallecido. Siempre me inculcó el afán por ayudar a los demás. Debo mencionar también a otras personas clave en mi vida: mi madre, mis hermanos, Pilar Rojo, Raquel de la Torre, Antonio Gil-Alberdi…

Accede a la invitación a la presentación de su nuevo libro

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